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Hysteria: ¿tecnologías del orgasmo o de la ignorancia?


Hysteria es una película de 2011 dirigida por Tanya Wexler. Antes de comenzar, ya se avisa: “Esta historia está basada en hechos reales”, y se añade: “De verdad”. Y es que cuesta tanto creer las ignorancias de la medicina “moderna” respecto a la sexualidad de las mujeres, que la película solo podría tratarse en clave de comedia.

La cinta está basada en el libro La tecnología del orgasmo. La histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres de la historiadora Rachel Maines.

La sexualidad femenina como enfermedad y el orgasmo como “paroxismo histérico”


Ambientada en el Londres de 1880, la película nos cuenta los avatares del médico Joseph Mortimer Granville, inventor del primer vibrador eléctrico para tratar la histeria femenina. El libro fuente mencionado mantiene la tesis de que, en la tradición médica occidental, el masaje genital hasta el orgasmo por parte de un médico, o en su defecto una matrona, fue el tratamiento estándar para la histeria. Según Maines, la sintomatología de la histeria se había construido de forma coherente con el funcionamiento normal de la sexualidad femenina. Una sexualidad que era negada o frustrada, o bien por la prohibición de la masturbación o bien por la insatisfacción sexual de las mujeres con sus maridos.


Etimológicamente, histeria viene de útero. Desde los griegos, se creía que el útero, ante la privación sexual, acumulaba semen que urgía salir (el furor uterino); por eso se (re)movía por el cuerpo. La curación consistía en recolocar al útero en la pelvis (bajarlo) y provocar la expulsión del exceso de fluidos insalubles. Ello se provocaba, o bien mediante ejercicio (equitación o bicicleta, particularmente), movimientos vigorosos (mecedoras, carruajes, los propios trenes o máquinas de coser), hidroterapia (mediante chorros de agua directos a la pelvis o masaje hidropático), por masaje de vulva (de un médico o matrona) o, en el caso de las mujeres casadas, “encuentros vigorosos con sus maridos” (con coito). La masturbación se prohibía con argumentos morales y de salud. Es preciso decir que la hipocondría en los hombres (en la época, dolencia paralela a la histeria) también se producía por privación sexual.


Bajo la etiqueta de “histeria” se han descrito un conjunto de síntomas muy variados (a veces adaptados a las ideas de cada época y sociedad): entre otros, desmayos (síncopes), insomnio, retención de líquidos, espasmos musculares, falta de apetito, irritabilidad, etc. A comienzos del siglo XIX, el marco de la histeria, su etiqueta y sus causas, se hace confuso. Y ello porque conviven tres dolencias relacionadas: la histeria, la neurastenia (enfermedad “nueva”, de clase media-alta, causada en mujeres y hombres por la tensión de las urbes industriales) y la clorosis (o “enfermedad verde”, relacionada con la anemia y la anorexia). Rachel Maines no afirma que todas las mujeres diagnosticadas con histeria fueran casos de insatisfacción sexual, pero enfatiza esta hipótesis y los métodos que históricamente se utilizaron “para curarla”, sosteniendo que fueron eclipsados por el psicoanálisis a través del método de la “cura por la palabra” y su énfasis en las experiencias infantiles.


El tratamiento clásico para la histeria, según recoge la historiadora, desde los griegos hasta el siglo XIX, fue el matrimonio (heterosexual, y el sexo coital dentro de él) o bien el masaje. El vibrador, como tecnología electromecánica de finales del siglo XIX, no era más que una continuación que facilitaba los masajes manuales anteriores. Como se ve en la película, los orgasmos femeninos producidos clínicamente eran definidos como “crisis de la enfermedad”: el paroxismo histérico. Unos paroxismos inducidos que, ¡oh sorpresa!, hacían sentirse mejor a las mujeres. En varios tratados médicos aparece que, durante los ataques de histeria, “las partes sexuales secretan un fluido fino”...


Feminismo, clase social y enfermedad


Lo interesante de la película es que incorpora la crítica feminista del libro (que pone en boca de una de sus protagonistas, Charlotte). Nos muestra la relación entre la ignorancia científica sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres, por puro androcentrismo, el desarrollo de una tecnología médica como el vibrador y los cambios sociales que se estaban produciendo a finales del XIX en relación con los derechos de las mujeres (respecto al voto, la educación y su propio cuerpo). Un mensaje que aparece de forma muy clara con la primera aparición de Charlotte y la reacción de su padre y Granville, ambos doctores:

- (Charlotte dirigiéndose a su padre, el doctor Dalrymple) Eres un charlatán. No tienes más idea sobre las necesidades o deseos de una mujer que sobre la atmósfera de la luna. Puede que no lo sepas, pero se prepara una revolución social. A las mujeres no se nos seguirá negando nuestro sitio. Por mucho que intentéis dejarnos en la cocina o en el salón, no descansaremos hasta ser bienvenidas en las universidades, el mundo profesional y las urnas.


- (Se dirige a Granville) ¿Qué está mirando? Ya veo que le da vueltas. Pero no puedo quedarme a escuchar su dictamen.

- (Doctor Dalrymple) Charlotte...

- (Granville) Esa mujer estaba…

- (Doctor Dalrymple) Histérica.

- (Granville) Sí, desde luego.

- (Doctor Dalrymple) Es un caso muy difícil.

No solo eso, la película tiene el gran acierto de introducir una clara perspectiva de clase social. El joven doctor Granville pasa de médico de pobres a “siervo de ansiosas mujeres”. El film contrapone el deteriorado Hospital de Westminster, público y con pacientes pobres (donde se recortan gastos con sanguijuelas, en lugar de luchar contra los gérmenes mediante la desinfección); al lujo de la clínica privada con su piano y sus jarrones japoneses. También contrasta las mujeres de clase media-alta que visitan la clínica privada con sus problemas de histeria, con las mujeres pobres, obreras o prostitutas del centro de acogida donde trabaja Charlotte, con sus problemas de vivienda e insalubridad.


Las usuarias de la clínica del Doctor Dalrymple, exponen sus “síntomas” del siguiente modo:


“En realidad, no sé por qué he venido, doctor. Claro que es difícil llevar una casa grande sola. Y criar a cuatro niños es absorbente, aunque sean maravillosos. Y mi marido es un buen hombre. Una gran trabajador. Bueno, hay una cosa. A veces, de noche, cuando viene a mí, me imagino a mí misma abriéndole su cabezón calvo con un gran hacha”.

Por otro lado, el personaje de Charlotte representa lo que en la época, y en el mismo contexto europeo donde se desarrolla la película, se llamó la Nueva Mujer. Una mujer de clase media-alta (hija de un doctor), con educación y defensora de los derechos de las mujeres: una feminista. Y que, como otras, desprecia y huye de su aburrida y acomodada vida. Charlotte hace el ajuste entre sus aspiraciones e inquietudes vitales y su rol como mujer victoriana, dedicándose a la “caridad y la compasión”: como reformadora social y enfermera en un centro de acogida en el East End (una especie de Florence Nightingale, también por cierto, defensora de la higiene como medida preventiva). “Ellos consiguen comida y ropa limpia, yo una vida útil…”. Cuando el doctor Granville hace una visita al centro, Charlotte le pregunta: “¿A la caza de pacientes? Creo que acá no encontrará casos de histeria. Las mujeres están ocupadas buscando qué comer”. Más tarde, le recrimina que su “trabajo trivial no ayuda a quien realmente lo necesita”.

Junto a ello, algo que también aparece en la película, es que eran mujeres pobres o negras (en este caso, una prostituta) las que pasaban por la etapa de experimentación de los diferentes tratamientos para la histeria, especialmente, los quirúrgicos más invasivos (Ehrenreich y English).


Portada de libro en el que se basa esta película

“El trabajo que no quería hacer nadie…”


Tras ser despedido en el Hospital público, Granville consigue trabajo en la clínica del doctor Dalrymple. Este especialista en “medicina de mujeres” le instruye en esa “plaga de nuestro tiempo” llamada histeria que “afecta a la mitad de las mujeres de Londres”. En boca del doctor, la película nos describe la concepción de la histeria en la época, como útero errante, y los tratamientos de cirugía ginecológica utilizados “en sus formas más severas”:

“La causa un útero hiperactivo. En sus formas más severas, requiere medidas drásticas, internamiento, incluso cirugía. Pero en sus manifestaciones más suaves, ninfomanía, frigidez, melancolía, es eminentemente tratable”.

A través del proceso de formación de Granville, escuchamos los diferentes tratamientos que la medicina ha intentado para curar la histeria, ese “batiburrillo” que incluía las curas de reposo, las cirugías o la hidroterapia. El masaje vulvar, mediante “una presión constante”, es para el doctor Dalrymple el método más efectivo para estimular el sistema nervioso:


- (Doctor Dalrymple dirigiéndose a Granville y luego a una de sus pacientes) Fíjese en la palidez general. ¿Cómo estamos esta mañana? ¿Sigue sintiendo la ansiedad? - (La paciente) He tenido esos pensamientos molestos de los que hemos hablado. - (Doctor Dalrymple dirigiéndose a Granville) A lo largo de la historia, la medicina ha ofrecido a las mujeres histéricas un verdadero batiburrillo de tratamientos. Baños calientes, baños en hielo, chorros de agua, hipnosis, hasta montar a caballo. Yo estoy a favor de un enfoque más directo. Me gusta empezar con una gota de aceite de almizcle. Seguido de aceite de lirio, generosamente (...) Empiezo con el dedo índice, aplicando una ligera presión. Luego, poco a poco, en un movimiento circular… todavía con una presión ligera.

Como señala Rachel Maines, el androcentrismo y el heterosexismo de la medicina fue incapaz de reconocer la insatisfacción sexual de las mujeres con sus maridos y su placer mediante otros medios que no fueran el coito. La recomendación fundamental para el tratamiento de la histeria fue el matrimonio (con sexo); o, si no se podía en caso de viudas o monjas, el masaje vulvar para recolocar el útero y sus flujos. La sexualidad de las mujeres se entendía así como patología y el orgasmo como paroxismo histérico:

- (Doctor Dalrymple) ¿Nota el efecto doctor?

- (Granville) Respiración agitada, piel enrojecida y aleteo de las pestañas, espasmos.

- (Doctor Dalrymple) Gracias a una extensa estimulación externa, provocamos la reacción dolor-placer, induciendo al paroxismo histérico, llevando al útero a su posición normal. El órgano femenino es, como sabe, incapaz de experimentar ningún tipo de sensación de placer sin la penetración del órgano masculino.

- (La paciente tiene un paroxismo-orgasmo).

- (Doctor Dalrymple) Como puede ver, Granville, un paroxismo muy satisfactorio. Creo que podemos considerar este tratamiento un éxito.

La ignorancia de la medicina respecto a la sexualidad de las mujeres, revestía el carácter sexual de los tratamientos médicos como “neutros y profesionales masajes”. Si no hay penetración sexual coital, no hay sexo. Por otro lado, tampoco los doctores parecían querer saber lo que sentían las propias mujeres (su voz no aparece en los tratados). El masaje vulvar era para los médicos una tarea tediosa y cansina, que solían hacer las matronas. “Pero no le mentiré Granville, es un trabajo tedioso y agotador”. En palabras de Maines, “el trabajo que no quería hacer nadie”. De hecho, Grenville sufre una lesión en su muñeca de tanto “estimular”:


- (Charlotte irónica) Parece que su mano no mejora. Debe ser difícil complacer a tantas mujeres. - (Granville, serio) El placer no tiene nada que ver, se lo aseguro.


Progreso tecnológico e ignorancia sobre el cuerpo y sexualidad de las mujeres


Las ventajas del vibrador eléctrico eran obvias: era eficaz y rápido (“tres paroxismos en cinco minutos”), no cansaba (no producía lesiones), no requería habilidades y era menos costoso y aparatoso que otras tecnologías anteriores (por agua o vapor). El problema fue, que cuando se hizo portátil y se “democratizó” vía consumo (como electrodoméstico), su uso médico profesional comenzó a confundirse con el casero. Por fin, como dice Rachel Maines, las propias mujeres podían hacer con sus manos (y el vibrador) el trabajo que nadie más quería hacer.


Contrasta el progreso tecnológico (los vibradores eléctricos sustituyen al tedioso masaje manual) con la ignorancia del “saber médico” respecto a la sexualidad femenina, incapaz de reconocer el placer de las mujeres por otras vías que no fueran el coito.


- (Charlotte) Lo que quiero decir es que según su diagnóstico, la histeria lo cubre todo, desde el insomnio al dolor de muelas. Es un cajón desastre para mujeres insatisfechas. Mujeres obligadas a dedicarse a tareas domésticas y a sus maridos que no quieren o no saben hacerles el amor como es debido. O con la frecuencia debida.

- (Granville) Opiniones muy claras sobre los maridos para no tener uno.

- (Charlotte) Si no me cree, pregunte a sus pacientes.


De hecho, la película también representa cómo se “histerizaba” el feminismo o cualquier lucha por los derechos de las mujeres. Cuando Charlotte es detenida y juzgada por agredir a un policía, su comportamiento “errático y volátil” es interpretado como “caso incurable de histeria” que requiere internamiento o histerectomías quirúrgicas. Una agresión física, en ellas es locura, en ellos delito; convirtiendo en “irracional” de paso la protesta y lucha política (Ussher).


El doctor Granville existió; también es real que este médico británico inventó el vibrador en 1880 y que la histeria se intentó “curar” con vibradores. Lo que se salta la película, y sí señala el libro, es que Granville desaconsejaba el uso del vibrador en mujeres con histeria, y lo usaba con hombres para otras dolencias (artritis, estreñimiento, inflamaciones, etc.). Es una pena que Hysteria no incluya el uso de estos aparatos de masaje eléctrico con varones, por ejemplo, en la zona anal… Una imagen presente en catálogos médicos de la época que sí incluye el libro. También que no incluyera que eran normalmente las matronas las que introducían sus dedos con aceite aromático para hacer el masaje vulvar a otras mujeres...


Imagen recuperada del libro La Tecnología del Orgasmo, de Rachel P. Maines.

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Orgullo Loco 2019. Barcelona.

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