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“La médium es el mensaje”: la expropiación del conocimiento de Hélène Smith y Hélène Preiswerk

A finales del siglo XIX, las sesiones de espiritismo o espiritualismo (según los contextos) fueron lugares populares para el re-encuentro con familiares muertos, fruto del interés de la época por el ocultismo o la existencia de un más allá. En Occidente, en un tiempo de descubrimientos tan apasionantes como el telégrafo o el teléfono, la telepatía o la comunicación con los muertos no parecían tan extrañas. Los canales científicos y los espirituales se confundían. En ese contexto, los servicios de las médiums eran popularmente demandados (también criticados como engaños a gente ignorante y crédula). A través del trance, estas mujeres transgredían las fronteras del género, encarnando los roles masculinos de los espíritus; y, además, recibían un honorario por el conocimiento que hablaba a través de ellas.


Curiosamente, el espiritualismo intentaba apoyarse en la ciencia, y no en la fe de la religión, para demostrar la evidencia o prueba de la existencia del más allá. Por otro lado, tanto las médiums, como sus espíritus, fueron objeto de fascinación por parte de la comunidad científica, particularmente, la nueva ciencia psicológica. William James, Théodore Flournoy, Frederic Myers fueron representantes o se interesaron por esta “psicología gótica”, que intentaba entender científicamente la escritura automática, la lectura a través de bolas de cristal, el habla en trance, la glosolalia en sueños, etc. Para algunos, como James, lo subliminal emergía en dichos fenómenos “supranormales”. Tanto en Inglaterra como en Estados Unidos se crearon sociedades científicas para el estudio de la “transferencia de pensamiento” o telepatía, el mesmerismo, la clarividencia, las médiums, levitaciones, etc.


Lo que nos interesa aquí es la vida de dos Helenas, Hélène Smith y Hélène Preiswerk, figuras clave en esta historia. Para psicólogos como Flournoy o Jung, fueron solo objetos de estudio. Para la lokapedia, sujetos de conocimiento y resistencia. Ambas se revolvieron frente al despojo científico, reivindicando su voz-médium y, en el caso de Smith, los derechos de su autoría.


Hélène Smith: derechos de autora frente a la expropiación científica


Hélène Smith fue una famosa médium suiza, cuya vida y práctica fue absorbida por Théodore Flournoy, en un libro llamado From India to the Planet Mars (1900). Elise-Catherine Müller (su nombre de nacimiento) trabajaba como empleada en unos grandes almacenes y hacía sus sesiones de forma gratuita a quien se lo pidiese. Flournoy la convirtió en “su” sujeto experimental, perfecta para estudiar el “automatismo psicológico”.

Para este psicólogo alemán y discípulo de Wundt en Leipzig, una médium era un laboratorio viviente donde se podía estudiar mejor cómo funciona la psique humana que en cualquier universidad. Según le escribió a William James: “Esta mujer es en verdad un museo de todos los posibles fenómenos y tiene un repertorio de variedad ilimitada: hace la mesa parlante, escucha voces, tiene visiones, alucinaciones táctiles y olfativas, escritura automática, a veces, sonambulismo completo, catalepsia, trances… todos los fenómenos clásicos histéricos” (en Appignanesi, 2009: 192). Mientras algunos doctores lamentaban la popularidad de las médiums, y entendían que alentaban la disociación y la histeria; Flournoy distinguía entre “la histérica” y “la médium”, pues la segunda estaba sana fuera de trance.


El talento de la médium residía, según el psicólogo, en su permeabilidad en el límite entre dormir y despertarse, en una forma de inconsciente despierto. Interpretaba estos fenómenos como la reproducción automática de memorias olvidadas o registradas inconscientemente (a lo que denominó criptomnesia). En dicho estado, afloraba la “imaginación subliminal”, un potencial “mitopoético” de creatividad y revelación. Inconscientemente o no, la imaginación de Hélène Smith floreció sabiéndose observada por Flournoy, con viajes y romances de sensualidad exótica, como el de Marte en idioma marciano, recogidos en el que sería bestseller. Viajes sexuales que, por otro lado, el psicólogo interpretó como defensas histéricas (“psicosis de defensa”) frente a una atracción sexual hacia él.


Tras la publicación del libro, la violencia de la interpretación experto-científica no solo “desmontaba” a las espiritualistas (como colectivo), sino que exponía públicamente a Hélène Smith (bajo la mofa sexual) y desautorizaba y despojaba su conocimiento: sus visiones y trances expropiados, traducidos y reducidos a síntomas, producto de inadaptaciones infantiles.


Pero Hélène Smith se reapropió de la identidad de Hélène Smith, prohibió que Flournoy asistiera a sus sesiones, demandó derechos de autora por el libro y desarrolló el “ciclo marciano” –con su idioma particular- como viaje médium. Transcribió sus comunicaciones marcianas a papel, traduciéndolas al francés, y popularizó así la escritura automática. Se asoció con una benefactora americana espiritualista, que patrocinó su nombre y convirtió su “subconsciente creativo” en arte-médium como pintora. A su talento para escribir y hablar en varias lenguas se sumaron sus “técnicas creativas automáticas”. Su pintura fue admirada por simbolistas y surrealistas. Cuando se le hizo saber que Flournoy se alegraba de su nueva fama, Hélène respondió que, al contrario, había sido ella quien había posibilitado a Flournoy el gran triunfo de su vida profesional.


El giro vital de Hélène, tomando las riendas y la propiedad de su conocimiento-voz, es más transgresor si cabe, en una época donde las mujeres casadas (por el código napoleónico) no podían tener propiedades y muchas artistas médiums optaban, ante la sanción social de su autoría, por presentarse como meros canales de sus espíritus interlocutores, guiadas por su voz (su mano más bien).



Paisaje de Marte, de Hélène Smith, 1896.

Hélène Preiswerk: canalizando masculinidades científicas reincidentes


No es casual que Carl Jung buscara inspiración en Flournoy, utilizó su mismo método de “expropiación” de conocimiento. Su tesis doctoral, On the psychology and pathology of so-called occult phenomena, es un estudio sobre lo médium a través de su prima, Hélène Preiswerk. Jung fue testigo de los trances de Helly (como la llamaban) en sesiones familiares desde 1895, cuando ella solo tenía 14 años (y Jung 20). Un joven Jung, estudiante de medicina e interesado en la parapsicología, decidió estudiar a su prima en “condiciones controladas”. Carl describió a su familia con varios miembros con visiones y visitados por espíritus.


S.W. (como la denominó en su tesis) era miembro de un pequeño grupo que hacía mesas giratorias y tenía capacidades médiums. Como Flournoy, Jung se sumó al grupo para utilizar las sesiones como objeto de estudio de la mente humana, tomando notas de cada detalle. En contraste con el comportamiento enfermo y débil que mostraba Helly en lo cotidiano, con los trances despertaba respeto y admiración de familiares y amigos que pedían su consejo. En sus trances, recibía frecuentemente visitas de su abuelo (su guía espiritual), un líder religioso muerto tiempo atrás; luego de Ivenes, una mujer judía sensible con quien se identificó. Tenía visiones, hablaba de encarnaciones pasadas, con viajes largos (también a Marte), cantaba, hablaba idiomas extranjeros, etc.


Un paso más en las revelaciones de S.W. fue la enseñanza de una ciencia mística de la Naturaleza. Jung detalló la estructura secreta de este mundo místico, con sus siete círculos, su fuerza original en el lugar más central, la materia en el segundo círculo, la luz y la oscuridad en el tercero… En sus observaciones, Jung describía los cambios en la personalidad de su prima, según los espíritus que canalizaba.


El “relato tradicional” que ha quedado en la historia de la psicología es que Jung canceló sus observaciones cuando comenzó a darse cuenta de que su joven prima estaba enamorándose de él, lo que multiplicaba sus revelaciones “románticas” para complacerlo. Stefanie Zumstein-Preiswerk, sobrina de Helly, nos ha ofrecido una historia alternativa: su tía intentó ayudar a una familiar que le pidió ayuda, lo que la dejó exhausta. Su propia familia, preocupada, comenzó a condenar las prácticas espiritistas, lo que terminó avergonzando su figura y su práctica. La vida en Basilea se volvió insufrible y marchó con una amiga a Francia, donde terminó trabajando en la confección. En París, Jung visitó a Helly y su amiga; aparentemente, aún no sabía que su historia se iba a publicar en una tesis doctoral.


En 1903, la tesis de Jung le valió la admiración de Theodore Flournoy. Pero en Basilea, la situación fue diferente: los personajes fueron reconocidos y despertó la indignación de la familia Preiswerk. Jung se quejó de su “estrechez mental” y la tesis enfrentó a las dos familias. Se repetía la historia, Jung traducía y reducía las especiales dotes de su prima en “problemas médicos” hereditarios, de contenido psicológico y no espiritual. En la tesis, las voces espirituales se convertían en proyecciones de material inconsciente; y las personalidades de sus diferentes guías espirituales, en barreras internas que impedían el desarrollo de su personalidad o “individuación”.


No se sabe cuál fue la reacción de Helly al leer su dolorosa historia impresa y el juicio de Jung sobre ella. Se sabe que dejó París y abrió una tienda de modistas en Basilea.


Jung utilizó a su prima como objeto de investigación. Poco a poco, se aburrió de ella; en su tesis la describe más bien desde el desprecio, más aún cuando percibió que se estaba enamorando de él. Pero en París, cuando la visitó más tarde, “los roles se invirtieron” (como afirmó su amiga, Emmy Zinsstag). La veía diferente, se encaprichó de ella. Un patrón que repitió más tarde cuando conoció a Sabina Spielrein, la joven judía que se convirtió en su analizada y amante. Un día le mostró a ésta su diario, describía una visión de Helly, vestida con una túnica blanca luminosa. Había identificado a Helly con su guía espiritual Ivenes y proyectó esta visión hacia Sabina.


Al final, parece que la médium terminaba siendo un canal de masculinidad científica no revisada: pasó con Flournoy, luego con Jung.

Referencias:

  • Appignanesi, Lisa (2009). Mad, bad and sad: A history of women and the mind doctors from 1800 to the present. Londres: Virago.

  • Brower, Brady (2016). The medium is the message: Enunciation and the scriptural economy of scientific psychology. History of the Present, 6(1), 32-62.

  • Ellenberger, Henri (1991). The story of Helene Preiswerk: A critical study with new documents. History of psychiatry, 2(5), 41-52.

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Orgullo Loco 2019. Barcelona.

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